jueves, agosto 24, 2006

Quince, la línea bonita

Quince, sube la niña bonita -¨Buenos días, ochenta por favor¨ -
Y así comienza esta historia, breve y simple anécdota de quien casi como primera vez transita el fantástico recorrido desde Caballito hasta Palermo en aquella unidad de la verde línea de colectivos…Tan multitudinariamente frecuentada que cuesta, capaz disfrutar de ella. Afortunadamente, no para quien escribe…pues resulta divertido, cuando de vez en cuando uno se empapa de la gente pero sólo su brisa, nos humedece y acaricia sin mojarnos. Divertido, cuando desde el más acá, se escuchan los diálogos, monólogos…se observan las caras, los tics…las madres, los niños y aquellos tiernos abuelitos envestidos siempre contra el más frío de los días…tanto que cuesta divisarlos, de no ser por ese lento y casi amorfo andar en silencio.
¨Es que no hay lugar físico por aquí¨… Murmullos…Ruidos….Todos ensimismados, la aceptación de la situación…Pero…¨Es que no hay lugar físico por aquí…¨, gorro de lana blanca que reiteradamente va repitiendo con orgullo, pretendiendo llevar dicha paradoja hacia los de atrás…Pero adelante le cierran el paso, hasta que descubren que es una abuelita….Compasión; gorro de lana blanca se dispersa por allí… Y recién salimos de Campichuelo, aún sabiendo que entonces Parque Centenario, Avenida Warnes…y con suerte descomprimamos un poco en Av Canning a la altura de Corrientes…para entonces quien escribe, terminó siendo sentada de espaldas, primeros lugares…No tanto por el deseo sino, por una cuestión de…cómo decirlo; ¨lugar físico¨ capaz. Sí, movimiento de piezas…en el que cada uno va tratando de asegurarse el cómodo acceso a la boca del centro, va generando una suerte de rompecabezas...en el que estúpidamente unos caemos sentados…(En ese momento una suerte de recompensa, horas antes ingenuamente había sido usurpado su Lugar-Silla en un pasillo.)
Es inevitable, siempre la confrontación aparece cuando la gente se encuentra en situaciones tan simples y sencillas como frente a una máquina de boletos:
-¨Fíjese bien, no ve cómo me está apretando?!¨
- ¨Ay bueno Señora, qué quiere que haga…No puedo viajar en remis¨
Y qué tendrá que ver el pobre remis, quien escribe se cuestiona… No hay respuesta alguna, de todas formas sonríe … Es que las salidas cuanto más incomprensibles, más inspiradoras resultan.
Viaje de recuerdos…casi siempre sube junto a mí alguna que otra anécdota pasada…vivida en ese recorrido. Será tal vez debido a eso que, quien escribe encuentra esas pegajosas situaciones un deleite de sensaciones que garantizan la existencia de cierta memoria selectiva.

Sí, sí…también la vez anterior hacía frío…Tonalidades de amarillos, verdes y naranjas secos se impregnan en mi retina, las hojas del Parque, los gorros de lana, las bufandas y los guantes…Siempre es a esta época del año, por eso el quince es una fiesta de arrugas envueltas, y uno puede ver cómo reviven aquellos barrios … Y esto sí parece una controversia, barrios viejos-abuelitos deambulando y entonces, el quince: un viaje directo hacia el hospital de por aquí o, de por allí. Esa es la forma que abarca todos los componentes, seguramente con independencia del barrio ó de la línea de colectivo…mas quien escribe encuentra la proporción equilibradamente repartida en la línea quince más precisamente en los meses que van de Julio a fines de Agosto. Septiembre y tal vez algunos meses más adelante, sólo guardan colores, aromas y encantadores verdes…pero hasta ahí nomás llega quien escribe; parece que más allá de ... no ha viajado en el quince. Quizás sí, alguna que otra vez, pero seguramente calor ha puesto de mal humor todo ese mismo ambiente y entonces estrellas fugaces, poco y nada inspirador.
En fin, volviendo al hilo ( lana quedaría más a tono), estábamos ya por Avenida Canning (Ex Scalabrinni Ortiz? Quién sabrá?) aguardando el cambio del semáforo, junto a la parada correspondiente pero, a puertas cerradas. Arbitraria decisión del chofer? No, realmente creería que debido a los humores encerrados (quien escribe, como siempre, había ligeramente abierto un poco su ventanilla, en parte para dejar salir esos aires encerrados, en parte tratando de dejar dicha enseñanza)…aún así la pareja a mi lado parecía no enterarse de nada. Habían subido en Campomar, él un tipo alegre según el aspecto dundy de su traje y pañuelo (de seda) al cuello; ella una mujer con una hija (no, de él…y que llegaría al día siguiente) y aires cuidadosamente renovados, contra el pasar del tiempo…Tenía arreglos en la cara? Sea como sea, el máximo desafío consistió en tratar de dilucidar si aquello era realmente una peluca. El color borravino intenso, la forma en la cual se empinaba desde esa frente caida y cómo no dejaba ver por el cuello las orejas terminaron por confirmar su hipótesis. Entonces sí, hasta ahí llegó, no tenía sentido seguir incursionando; después de todo la vida está para vivirla sea como sea y, la hija de él había ascendido como jefa de guardia los fines de semana… - ¨Unos pesitos más¨ , él sorprendidamente admitió haber llegado a la misma conclusión (podía sentirse, cómo atribuía eso al destino que los había puesto a ambos en el mismo camino). Después, vinieron las amigas de la hija, sus hijos, Azul-Tandil y los emprendimientos de la gente jóven para ellos…Distraídamente, se fueron orientando unos lugares más próximos a la boca, que a esa altura no paraba de escupir personas metiéndolas en la otra dimensión. -¨Bien!Bien! ¨ hermosamente festejaba el niño una vez sobre la vereda, dando volteretas y moviendo su bracito entorno a su madre-hermanitoenvuelto (dos en uno, sí). De hecho, la bajada de los tres había provocado todo tipo de emociones. Increíblemente dos lugares más hacia el centro se habían convertido en la jungla para ellos…Y el niño-caminante bien podría haberse sentido el tarzán de la selva ( de ahí su festejo) y la madre-hermanitoenvuelto…nada, tan solo sumisión…su rostro miraba hacia abajo frente a los del resto, quienes no sólo aconsejaban fueran por detrás, también estaban los que prejuzgaban sin decir nada (de los peores)…pero bueno, hubo quién sonrió y hasta toleró con humor (irónico, no creería sino con ternura) que la estiraran primero en forma de puente (pasarán pasarán, los tres) y luego la volvieran a su naturaleza de homo-sapiens.
Cierto, a puertas cerradas no por arbitraria decisión del chofer…quien aún conservaba su no cara de mal humor, y comprensible… Quince hacia Benavidez, motivo suficiente para decidir abrir la puerta al señor que con señas le había demostrado cuál era su destino final. Ni hizo falta que implorara: -¨El señor va a Benavidez, a él le tengo que abrir. Hagan lugar¨. Movimiento caótico de piezas, corriente fresca y -¨Muchas gracias! Muchas gracias! Sino, no llegaba. Es que yo voy a Benavidez.¨ - ¨Ya lo sé, por eso le abrí¨- Y sonrisa gigante se mimetizó con la puerta de vidrio. Afortunadamente en un par de paradas pudo seguir la corriente y encontrar respaldo a mi lado (persona mayor, canosa y regordeta cuyos falsos dientes del maxilar inferior impresionaron a quien escribe. Eran los dos del centro, que parecían de conejo, filocitos en punta y extrañamente color moretón): Qué suerte, sería largo su viaje! Él se sentó y entonces, la parejita: - ¨Yo no entiendo cómo se te ocurrió cambiar hoy el recorrido¨- Era que él tenía ganas de disfrutar, y hacía frío…Bajarían en Avenida Santa Fe para tomar el subte. Así llegarían bien. Adiós, salieron ellos también como escupidos! Menos mal que quien escribe sea como sea prestaba atención, porque el bajarse de ellos sería la señal que le indicara que, prontamente debía emprender su propio viaje-jungla. Ansiaba, poder sinceramente soltar euforia similar a la del niño-caminante de paradas anteriores. Pero, entre una y otra parada, sucedió un vómito de pasajeros y así apareció el ¨lugar-físico¨ en el cual poder desplazarse hacia la que ahora aparecía como una doble puerta junto al timbre-señal para el chofer, chofer que por inercia capaz…O creería que por rutina, abre la puerta en Aráoz mientras espera que cambie el semáforo, a tan sólo una vueltita de la parada Las Heras…Pareciera conocer que siempre hay de los que prefieren salir acortando caminos, pisando el asfalto y desafiando las convenciones. Sí, tentador, pero… sin sentido… Total… cambia la luz, me agarro con suerte por aquí…Pobre, qué embole tener que abrir de nuevo…Por fortuna no soy de los que insisten en contaminar con el timbre subestimando la inteligencia de quien conduce…Ya, hasta por inercia sabe que, tan sólo doblando..una vez que el quince se ubica paralelo a la vereda (verdera) …allí, la puerta se abre. Adiós! Siempre es igual, a esa altura del recorrido tengo la suerte de bajarme lisa y llanamente, con una gran sonrisa…Y una vez en la otra dimensión, reconocer que hubiera estado bueno, hacer piruetas de agradecimiento por lo que fue un regalo de encontradas emociones.

22-23 de Agosto 2006